Se presentaba en las viviendas de sus posibles víctimas, normalmente de edad avanzada, se ganaba su confianza con la finalidad de conocer sus costumbres y horarios de entrada y salida a sus domicilios. Aprovechaba la ausencia de los moradores para acceder a sus viviendas, a través de alguna ventana o puerta abierta o bien empleando la fuerza o la violencia física, sustrayendo dinero, joyas, relojes, teléfonos móviles, herramientas, carteras con documentación y tarjetas bancarias con las que cometía las estafas