Mónica Romero 13/12/2021

Los “cocineros” arrestados eran las únicas personas con los conocimientos técnicos necesarios para manipular el estupefaciente, habiéndose desplazado expresamente dos de ellos desde Colombia

Agentes de la Policía Nacional han desmantelado un laboratorio clandestino de procesamiento de clorhidrato de cocaína ubicado en un paraje de Recas (Toledo). Han sido detenidas cinco personas e intervenidos 50 kilogramos de clorhidrato de cocaína y 3.000 litros de precursores químicos.

La investigación comenzó al comienzo del presente año cuando los agentes tuvieron conocimiento de la presencia de una organización criminal que, presuntamente, tenía instalado un laboratorio clandestino en la zona sur de Madrid en la que se dedicaban a la extracción, producción y adulteración de clorhidrato de cocaína. Con esta información, los agentes comenzaron las gestiones oportunas para obtener su ubicación así como toda la información posible de la organización criminal implicada.

Fruto de los cauces de cooperación internacional, se dio cuenta de una información relacionada con la existencia de un grupo de narcotraficantes asentados en nuestro país, que estaba esperando un importante cargamento de sustancia estupefaciente oculta en un contenedor marítimo con destino a Valencia. Asimismo también comunicaron que el entramado criminal en España había creado un centro de extracción, transformación y adulteración de la sustancia estupefaciente en la provincia de Toledo.

Los agentes lograron localizar una finca situada en Recas (Toledo) y comprobaron que se trataba de un inmueble con cuatro construcciones donde se ubicaba el laboratorio. En ella, varias personas realizaban constantes labores de vigilancia por el perímetro con la finalidad de intentar detectar cualquier posible presencia policial.

Finalmente los investigadores procedieron al asalto del laboratorio, llevado a cabo por parte del Grupo Especial de Operaciones (GEO), donde fueron detenidos cuatro hombres de nacionalidad colombiana, conocidos como cocineros, que llevaban a cabo el proceso de transformación y adulteración del clorhidrato de cocaína, y un hombre español que realizaba las funciones de custodia y vigilancia en el laboratorio.

El primer inmueble era el único que reunía las mínimas condiciones de habitabilidad y donde la organización había establecido el laboratorio clandestino y una zona de descanso destinada a los cocineros, dos de los cuales habían viajado expresamente desde Colombia para dicha misión. En el salón de la vivienda, donde fueron hallados cerca de 50 kilogramos de clorhidrato de cocaína en el último estadio antes de cristalizar, se ubicaba la zona del filtrado, prensado y empaquetado de la sustancia estupefaciente y en la cocina se había facilitado la zona de secado y embalado final. También contaban con numerosas sustancias precursoras y de corte, así como con diversos aparatos y electrodomésticos, entre ellos una máquina hidráulica de grandes dimensiones utilizada para prensar la droga.

Por la complejidad técnica de las instalaciones desmanteladas y la cantidad de productos químicos hallados, podría estimarse que la organización tenía una capacidad de producción de unos 150 kilogramos de cocaína mensuales.

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