De todo lo ocurrido de un tiempo para aquí, sin matizar ni cómo ni por qué, las palabras empiezan a emborronar la memoria fotográfica asociada a las mismas…
Los niñ@s son eso, niñ@s, tal y como la palabra suena deberían venirnos a la mente imágenes relacionadas con risas, juegos, saltos, carcajadas, alegría, educación, cariño, ternura, familia… En definitiva lo que debería recoger lo referente a la infancia.
Últimamente cuando escucho o pienso en la palabra niñ@s lo que siento es miedo, pena, dolor, rabia, impotencia, injusticia, dolor, crueldad, llanto… En definitiva todo lo que no debería ser, pero que comienza a instaurarse con fuerza en mi memoria.
Desafortunadamente, el camino al que nos está dirigiendo este rumbo nos indica que no vamos por el adecuado, tenemos que ir dejando migajas de pan tod@s para que no perdamos ninguna vida inocente más.
¿Cómo alguien puede querer acabar con vidas inocentes, libres de toda culpa?
Tratar de entender lo realmente miserables que somos cuando, tanto un@s como otr@s, empleamos a los niñ@s como arma de guerra personal contra la persona a la que quieres hacer daño, eso sólo me lleva a una palabra COBARDES.
Sí, cobarde porque no quieres reconocer la atrocidad a la que estás dispuesto a llegar una vez culminado el grado máximo de sed de venganza en el que te encuentras, todo por ese coctel de ira más ego que se ha estado agitando en tu interior y todo para qué?
Sí, cobarde porque no eres capaz de reconocer lo egoísta que eres porque no eres capaz de seguir tu vida, cambiar el chip o pedir ayuda y aprender a disfrutar de lo que a much@s, con enfermedades terminales, les gustaría poder disponer.
Sí, cobarde porque no puedes aceptar que los demás rehagan sus vidas y ver como brilla la felicidad en otr@s mientras la tuya se apaga.
Mí@ como posesivo de objeto está bién, referido a una persona suena a la poca educación y la falta de respeto que revelas hacia los demás. No son de, tienen nombre y personalidad propia. No hace falta que anules a nadie para maquillar tu propia nulidad como persona.
¿Cómo alguien puede creer tener ese ‘derecho juzgador ‘ en el que decide poner fin a la vida, imponiéndole a la vez a su familia una pena de muerte en vida, dejándola vagar en este mundo el resto de sus días en un tormento constante que nunca jamás olvidará?
¿Cuántas muertes más tienen que darse para que abramos los ojos de una vez?
Ojalá tuviésemos en nuestras manos una solución para esta lacra, ojalá hubiese algo que se pudiese hacer para evitar tantas muertes, pero me temo que la mayor solución está en cada un@ de nosotr@s. En la capacidad de recapacitación, en la responsabilidad de saber cuándo solicitar ayuda, en la virtud del raciocinio; porque sin este cóctel de vitaminas continuaremos enferm@s de COBARDÍA.