“Cameselle, crónica fotográfica de Vigo (1975-2005)” es el título de este libro que recoge el trabajo del reconocido fotoperiodista Guillermo Cameselle, con imágenes que plasman la realidad de una transgresión industrial o como la población rompía con la dictadura
La tarde de ayer nos dejaba el grato recuerdo de un fotógrafo dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, plasmando momentos irrepetibles e históricos que dejó en un archivo más de 100.000 imágenes. Bajo el criterio de quienes mejor le conocían, sus tres hijos y esposa, fueron seleccionadas cerca de 1000 fotografías a base de descartes, trabajo nada fácil cuando se trata de escoger entre sus 35 años de profesión. Pero tras un año visionando su legado fotográfico Fernando, Rosa y Guillermo decidieron hacer públicos esos momentos, épocas, situaciones de la vida profesional de su padre que guardó su cámara en el año 2005, cuando su larga enfermedad le obligó a retirarse y descansar de un ajetreo constante, de idas y venidas, de noches escuchando noticias… Guillermo Cameselle Domínguez nos dejaba un gran vacío al fallecer en octubre del 2012, pero su esencia se quedó plasmada en las imágenes que ya se pueden contemplar en este libro, “Cameselle, crónica fotográfica de Vigo (1975-2005)”.
Con su imagen de fondo, presentaban el libro su hijo menor y fotógrafo también, Fernando Cameselle; el director y editor de “Xerais”, Manuel Bragado; el periodista y compañero, Luis Piñeiro; y el ex-director de Faro de Vigo, Ceferino de Blas.
No fue una presentación sin más, fue más allá, ya que se recordaron algunas de las anécdotas que los tertulianos compartieron con él a lo largo de su vida. Así Bragado explicaba el gran trabajo que les costó componer las 440 páginas del libro, por lo realmente difícil que es tener que descartar sus fotografías, ya que “tenía una intuición con la cámara fuera de lo común; en este libro podemos encontrar, desde el punto de vista de un fotógrafo, como se desenvolvió la transgresión industrial de Vigo”.
Luis Piñeiro, tras 24 años de trabajo compartido con Cameselle, lo definía como “tímido, aunque si te hacías amigo de él, lo era para toda la vida”, hablando de sus inicios en el periodismo gráfico y esos tiempos en los que “teníamos limitados los carretes a uno por día, no como ahora con la imagen digital”. Dentro de la emoción contenida que se respiraba en el ambiente, Piñeiro nos arrancó una sonrisa, recordando cómo Guillermo dejó de comer carne tras la cobertura de un reportaje sobre la tuberculosis en el ganado, definiendo así su carácter aprensivo.
Ceferino de Blas afirmaba sobre el homenajeado “representa la tercera generación de fotógrafos del Faro, una época del resurgir de los grupos políticos, de la ebullición de los sindicatos antes clandestinos, de las pugnas laborales, la reconversión industrial, las grandes manifestaciones y los lunes al sol. Fue un fotoperiodista integral, cumpliendo una misión histórica al ser testigo de una Galicia que rompía con el orden de la dictadura”.
Fernando Cameselle, agradecía en nombre de su familia “la gran acogida que nos dieron desde los archivos fotográficos, hasta el recibimiento en la editorial”, aclarando acerca del libro “pretendemos enseñar el trabajo de mi padre a todo el mundo, haciéndole a la vez un homenaje más que merecido”. A pesar de dedicar mucho tiempo a su trabajo, respecto a su vida más íntima Fernando señalaba “sus hijos nunca olvidamos nuestros veraneos en familia en las Islas Cíes o cuando nos hacía cometas con papel de tanza”.
Tras sus intervenciones, pudimos ver en diapositivas algunas de las fotografías que se han incluido en el libro, así como volver a ver y escuchar a Guillermo Cameselle en una de sus últimas apariciones públicas, en la que recogía el Premio Galicia de Comunicación en el año 2005. A pesar de su gran compromiso con Vigo, el Ayuntamiento de la ciudad olívica no estuvo a la altura de la talla de este grande de la fotografía, ya que no hubo ni un solo representante del gobierno local en la presentación de su obra póstuma, aunque si peticiones de los presentes para que se ponga su nombre a una de las calles viguesas.