El barrio de A Torre de Paramos se convierte e un ejemplo de modernidad residencial en el rural con las obras financiadas por la Diputación
El núcleo rural de la Torre, en la parroquia tudense de Paramos, que en mayo de 2018 sufrió los devastadores efectos de la explosión de un almacén pirotécnico clandestino, dió un cambio radical con las obras del plan de Mejora de la Seguridad Viaria en Vías Municipales (DepoRemse), con una inversión de 370.000 euros. Lo que antes era un espacio rural desestructurado y carente de servicios se convierte ahora, después de las obras financiadas por la Diputación, en un entorno dotado de modernos servicios y dotaciones urbanísticas.
La presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, visitó el barrio acompañada del alcalde, Enrique Cabaleiro, así como del diputado Gregorio Agís y miembros de la Corporación local para comprobar los resultados de una “actuación que era imprescindible”. En la visita participaron también representantes de la empresa constructora Sodein Soluciones Inteligentes y algunos vecinos y vecinas, que tuvieron ocasión de comprobar el resultado de unas obras que suponen una completa transformación y reurbanización de la Torre, pues incluyen la renovación completa y enterramiento de todo los servicios y la creación de una plataforma única de convivencia, sin barreras arquitectónicas y con prioridad peatonal.
Silva hizo un recordatorio explícito al sufrimiento causado por aquel trágico suceso rememorando “a las personas que tanto sufrieron en aquel día y, muy especialmente, a las dos personas fallecidas, a las que nunca olvidaremos”. La presidenta expresó su satisfacción por los resultados de la obra “que añade valor a este núcleo rural” y por el hecho de que, “finalmente, pudiésemos dar respuesta a las necesidades urbanísticas de este barrio”. Un trabajo que quiso agradecer a los técnicos provinciales y municipales, así como a la empresa constructora. “Todo esto permite que hoy aquí haya servicios de calidad y del siglo XXI”.
El alcalde, Enrique Cabaleiro destacó que este 14 de diciembre es un día de gratitud cara a la Diputación, pero también al personal técnico “que dedicó muchas horas” y a la empresa y a su encargado. Un reconocimiento que estendió “a todas las personas que hicieron posible que dos años después de la explosión, el barrio vuelva a recobrar vida y esté ahora en unas condiciones magníficas, convirtiéndose en un pueblo atractivo para vivir”. Cabaleiro aprovechó la ocasión para destacar el valor de la cooperación y la lealdad institucional “porque cuando las Administraciones colaboran el resultado, como vemos, es magnífico”. El primer edil tampoco quiso olvidar al anterior equipo de gobierno municipal “al que le tocó vivir momentos realmente difíciles”.
Más de 9.000 metros cuadrados transformados, donde las instalaciones que no se ven son más importantes que lo que queda a la vista.
La obra de la Torre tiene como singularidad que supone la replanificación completa de todo un núcleo rural, dotándolo de servicios de última generación, completamente subterráneos, y dando así un importante salto cualitativo en la mejora de la calidad de vida de sus habitantes. La obra comprende más de 9.000 metros cuadrados de superficie transformada y ordena definitivamente un núcleo que creció en el pasado al margen de la planificación pública. Además va mucho más allá de la simple reparación de los daños causados por la deflagración de 2018 porque renueva completamente, bajo superficie, la totalidad de los servicios, proporcionando unas prestaciones equivalentes a las de un espacio urbano. De esta forma se renovaron las canalizaciones de la iluminación pública, saneamiento, abastecimiento del agua y recogida de pluviales, la red de suministro eléctrico y de telefonía, incorporando también los de datos para proporcionar acceso a Internet.
El tratamiento de la superficie, con un destacado resultado estético, se resolvió con un moderno proyecto de calmado de tráfico sobre plataforma única, dando prioridad a los peatones, así como a la circulación de personas con movilidad reducida en un entorno con un alto índice de envejecimiento, y a ciclistas. Ante la eliminación de todo tipo de barrera arquitectónica, la velocidad de circulación queda limitada a 30 Km/h, con señalización vertical y horizontal, así como con la instalación de varios elementos reductores en la calzada. Ante los estrechamientos de muchos de los viales de A Torre (la mayoría de ellos de solo 3 metros) se crearon ampliaciones de hasta 6 metros donde había terrenos disponibles.