Redacción 06/03/2017

Le ha tocado el turno de reivindicar el basta ya a la violencia machista al Ayuntamiento de O Porriño, a través de las acciones artísticas que se han puesto en marcha por parte de la Diputación de Pontevedra, con el programa “ Mulleres en Acción. Violencia Zero” 

 

Este mediodía, se presentaba en en O Porriño, la reivindicación contra la violencia de género del mes de marzo, dentro de su programa “Mulleres en Acción. Violencia Zero”. Este año, este proyecto ha crecido y ha querido ir más allá que en su primera edición, organizando acciones en 25 Ayuntamientos de la Provincia de Pontevedra. Esta iniciativa emplea diferentes acciones colaborativas, con epicentro en las artes escénicas, por parte de varias artistas mujeres, mostrando el talento y fuerza creadora femenina, para  proclamar con un grito firme el “basta ya”, cero tolerancia hacia la violencia de género.

De este modo, cada mes, durante todo el año, una artista expresa su repulsa hacia la violencia machista, a través de su propio arte, ya sea con  pintura, performance, poesía, danza etc. 

Comenzaban presentando el acto Paula Cabaleiro, comisaria independiente y gestora cultural, agradeciendo a los Ayuntamientos y a la Diputación Provincial por todo el apoyo inestimable. En el acto se encontraban a su vez, la concejala de Igualdad del  Ayuntamiento de O Porriño, Soledad Guirón, la diputada de Cohesión Social y Juventud, Digna Rivas y Santos Hector, Diputado Provincial de Turismo. 

En este acto, la artista encargada en esta ocasión de expresar a través de su arte la repulsa y la lacra social, que este tipo de violencia crea en nuestras comunidades, fue Sandra Bejarano, artista multidisciplinar, licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, la cual tras obtener una beca Erasmus en 2012 para estudiar en la academia de Bellas Artes de Munich, reside allí desde entonces. Con varios años y numerosas obras teatrales a sus espaldas, Sandra, nos presenta la performance “Non me queras así” una sincera y cruda realidad, que lleva a los asistentes a pensar en el por qué estos actos de violencia tienen cabida; por qué las soluciones, hasta ahora presentadas para atajar este horrible problema, no son suficientes; por qué nos estamos fallando a nosotros mismos como sociedad. 

La artista nos muestra como iba a ser su performance original, en la que en un principio aparecía ella, bañada en vino, en el suelo, metáfora de una sangrienta lucha entre victima y atacante; o con una mascara facial sin orificios ( hecha de algo tan nuestro como los percebes, guiño a nuestra tierra por parte de la artista) simbolizando el maltrato psicológico, el que se queda dentro y no se ve, el que deja moratones invisibles, pero que se cala en el alma. Digo iba, porque Sandra muestra que ya no quiere realizar estas escenas nunca más, que ha cambiado de opinión, por que ya no quiere ver a una mujer más tumbada y hundida, herida o muerta, como todas las victimas de violencia de genero sino que prefiere mostrarse en su actuación de pie, erguida, segura y fuerte, como realmente deberían sentirse todas las mujeres.

Acabó representando como seria para ella una conversación entre una linea de ayuda al maltratador. Así, Sandra mantenía una conversación ficticia con un hombre agresivo que quiere descargar su frustración en su pareja, le incita a adentrase en si mismo y ayudarle a pensar en porque hace lo que hace, desviar su ira, hacerle comprender que la violencia no es la solución… una linea de ayuda que realmente es inexistente, que quizás podría ayudar a que hubiese menos victimas, ya que cualquier ayuda para acabar con esta horrible lacra es poca, aunque sinceramente, menos victimas no serían suficientes, porque lo que queremos realmente es que no haya ninguna victima, nunca más, para siempre. 

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