“GOOOOOOOOOOOL”, escuché mientras terminaba de cenar. Diez y media de la noche. Un periodista deportivo se estaba desgañitando. Literalmente. Un partido de fútbol se estaba disputando, como la mayoría de los sábados en esta etapa del año. En ese preciso momento, una imagen sobrecogió mi mente. La estampa de millones de personas viendo el partido sin pestañear, sentados en el sofá de su casa, o bien, en el bar de al lado con unos cuantos amigotes. Expectantes y concentrados en que su equipo gane el partido. ¿Por qué se trata del espectáculo más consumido en España?
Situémonos. Noche de clásico en el país. Es decir, el Barcelona y el Real Madrid se disputan en horario prime time. Si salimos a caminar por cualquier municipio, podremos comprobar como las calles se vacían progresivamente. La causa, un partido de fútbol, “el gran clásico”. Es sorprendente el furor que causa este deporte. No obstante, todavía lo es mucho más el hecho de que otros deportes no ocasionen semejante expectación. Deportes que presentan una complejidad técnica mayor, deportes que requieren más horas de entrenamiento o deportes que poseen una larga trayectoria en la historia no son tan reconocidos. Niños, adolescentes, adultos y mayores son partícipes en el ámbito deportivo. No solamente en el fútbol. Sin embargo, éste tiene el monopolio mediático. Y por si esto fuera poco, su promoción no se respalda en el desarrollo del deporte en sí mismo, sino en el circo que lo rodea. Sabéis a qué me refiero, ¿verdad?
El fútbol se ha convertido en un magnífico negocio. Se trata de un instrumento de distracción social. Ni más ni menos. Mientras la gente de a pie sigue fanáticamente a su equipo y comenta los nuevos fichajes de la temporada, otros buscan desviar su atención de las catástrofes y corrupciones humanas. Y lo consiguen. El consumo masivo de fútbol no mejora la relación con el mismo, sino que posibilita que cuatro listillos se embolsen grandes fortunas. Resulta bochornoso. El fútbol ha dejado de ser un simple deporte para covertirse en puro espectáculo.
Estoy a favor del deporte. Resulta agradable jugar una pachanga con los amigos o hacer unos largos en la piscina a media mañana. Estoy a favor de ese deporte, el que se vive y se disfruta en primera persona. El fútbol profesional ha dejado de serlo. No permitamos que nos laven el cerebro. No olvidemos lo que decía Borges “el fútbol es popular porque la estupidez humana es popular”. Nada más que añadir.
Firmado: María García Rodríguez, Graduada en Publicidad y Relaciones Públicas y especializada en Marketing Internacional y Comunicación.