Redacción 17/06/2014

Receta Patatas en salsa verde

Corría el mes de septiembre de 1531, principios de la primavera, cuando un  extremeño, nacido en Trujillo para más señas, decidió lanzarse a la conquista de lo que por aquel entonces se conocía como  “El sur de Panamá”. Ya había cumplido los cincuenta y tres años, y llevaba casi treinta viviendo en las indias, sabía que su empresa era la más arriesgada pero también la que más fortuna le podía reportar.

Aquel pendenciero espadachín llamado Francisco Pizarro cruzó los Andes, secuestró al indio Atahualpa, asesinó a su hermano Huascar, entronizó como emperador al traidor Manco Capac y obtuvo cantidades espeluznantes de oro;  y colonizó Perú. Pero lo más importante y , lo más destacado de su hazaña fue el descubrimiento de la patata. En 1560 los españoles la transportaron de nuevo al viejo continente y fue experimentada con gran éxito.

Poco tiempo después, medio Sevilla tenia macetas de patatas adornando sus portales y fachadas, claro está, que de ahí a comerlas había un abismo. Sin embargo debieron alertar a los hombres de ciencia ya que su cultivo experimental se propagó por toda la península. Un documento fechado en 1604 por el entonces cardenal D. Jerónimo del Hoyo, narraba en las memorias del Arzobispado de Santiago, cómo años atrás, en 1576, en el monasterio de Herbón (hoy día más conocido como Padrón) “hizo plantar patatas al señor Arzobispo don Francisco Blanco”, aunque poco después fuesen despreciadas por “bastas” y no volviesen a plantarse en Galicia hasta mediados del siglo XVIII. Porque dentro de su ignorancia se comían la parte superior de la patata dejando la propia patata sin comer.

Fueron los italianos los que, debido a su pasión por las trufas, empezaron a consumirlas y a cultivarlas hacia 1588 llamándolas, tartufoli, algo así como trufillas, pero fue en la famélica Europa central donde empezó realmente su consumo, al principio como planta forrajera nada más, o como un “esnobismo”  cortesano, como ocurriera en 1616 en que le fue servida al necio del rey Luis XIII y a su intrigante consejero el cardenal Richelieu. Luego, a causa de las terribles hambrunas que asolaban los pueblos después de cada guerrita, empezaron a ser consumidas por los miserables agricultores alemanes.

En España la cosa fue más despacio y a pesar de haber sido los primeros importadores y aclimatadores, su cultivo nos llegó de rebote y gracias al eclecticismo de la casa de Borbón que veía cómo sus súbditos se morían de hambre sin que el Clero, propietario de las mejores tierras de cultivo moviese un dedo por paliar tanta miseria. Pero antes de este gran paso, tras la crisis cerealera de 1769 y la terrible plaga que diezmó su población activa, Galicia se moría de hambre y, a pesar de opiniones como la recogida en un documento eclesiástico fechado en 1771 en la «Marina» lucense que decía: «… no tienen estimación, ni personas de conveniencia las gastaron para su alimento sino para la ceba de puercos», los pobre agricultores gallegos, influidos por las costumbres que traían los marinos ingleses hasta sus costas, trabajaron arduamente para que dos siglos después, se dieron cuenta de cómo utilizarlas y consumirlas y así poder  inventar la mundialmente conocida: TORTILLA ESPAÑOLA

Decir que la patata es el alimento que más se consume en el mundo sería un tanto arriesgado. Pero admitir que su existencia es obligada en cualquier cocina, no sería una afirmación tan temeraria. Sólo tenemos que pensar en la innumerable cantidad de platos que la tienen como ingrediente, además de las veces que se consume sola en alguna de las múltiples formas en las que se puede preparar.

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